martes, 17 de enero de 2012

El Hilo, la Madeja y el Camino

 
Miyamoto Musashi, uno de los guerreros más famosos de la historia japonesa, fue a la vez autor de uno de los libros sobre estrategia más extraordinarios después de «El arte de la guerra», del general Tzun Tzu. A pesar de los 4 siglos transcurridos, el Go-rin-no-Sho o «Tratado de los 5 círculos» (o los 5 anillos según ciertas traducciones), sigue brillando por la lucidez y la sabiduría de una auténtica propuesta de autoformación para las personas con aspiraciones, que buscan construirse en la vida un camino que los conduzca a sus metas, aun a sabiendas de los obstáculos, distracciones y oposiciones con los que van a tropezarse sin duda alguna –dentro y fuera de sí mismos- y que deberán aprender a anticipar y vencer con sagacidad y perseverancia. 

Leer a Musashi debería ser en el futuro un requisito obligatorio para participar de la gestión pública en general, y muy especialmente de las políticas educativas de una nación. Ocurre que las decisiones más importantes, aquellas dirigidas no a las dificultades más sencillas de resolver y que se encuentran a ras del suelo, sino a remover problemas con raíces más hondas, suelen ser decisiones complejas en su concepción tanto como en el recorrido que han de sufrir hasta convertirse en acciones y realidades. 

Se trata de decisiones que deben transitar inevitablemente caminos sinuosos, largos e interminables, atravesados de senderos que no llevan a ninguna parte, con zonas iluminadas y estrechos tenebrosos, plagados de personajes extraños que en cada recodo buscan hacerte desistir o perder el rumbo, cuando no desvirtuar la razón de tus esfuerzos. Ni más ni menos como el que emprendió el atribulado y confundido personaje de «La encrucijada», uno de los estremecedores cuentos de Julio Ramón Ribeyro compilados en La Palabra del Mudo.

Musashi nos dice que hay cuatro caminos que podemos transitar en nuestro paso por la vida: el del campesino, el comerciante, el caballero y el artesano. El campesino tiene la cualidad de caminar con la mirada puesta más allá del invierno, con plena conciencia de los cambios de estación y sus implicancias. El comerciante nunca pierde de vista los beneficios de sus esfuerzos, pues sabe que depende de ellos. El caballero tiene pleno dominio de las armas y está listo para usarlas cuando resulte indispensable. El artesano es eficiente en el uso de sus herramientas y traza planes meticulosos que luego ejecuta con esmero y paciencia. 

Ocurre que si materializar una decisión está en manos de muchas personas, el riesgo de que la cadena se rompa o atore en varios puntos del recorrido es muy alto. Cada paso trae sus propios avatares y exigencias y si no sabemos enfrentarlos, será muy fácil que alguien pierda el rumbo, es decir, que se aparte del camino del campesino, el comerciante, el artesano y el caballero. 

Se pierde el rumbo al interior de una organización, por ejemplo, cuando sus miembros toman decisiones desaprensivamente, despreocupados de la inestabilidad de las circunstancias y sin prever las consecuencias; o cuando cumplen tareas importantes de manera rutinaria e indolente, sin poner atención ni interés en los beneficios o perjuicios que ocasionan; o cuando atacan y agreden sin nobleza ni necesidad, en vez de orientar su energía a derrotar los obstáculos que impiden avanzar; o cuando usan los instrumentos de trabajo con desidia e impericia, sin mayor cuidado por los detalles. 

El espíritu de Musashi se alza desde el siglo XVI para aconsejar a la sociedad del siglo XXI y a sus gobernantes, que las buenas decisiones necesitan ser vigiladas y acompañadas hasta que logren su objetivo. Esto exige ayudar a quienes deben convertirlas en realidad a no perder de vista el horizonte ni el beneficio de su acción, ni su necesario espíritu de lucha ni la dirección de su fuerza, ni el cuidado por cada borde construido para que el fracaso no se le filtre por cualquier rendija. Por no hacerlo así, las políticas públicas en el Perú suelen estar amenazadas de corrupción, filtraciones, desviaciones, ineficiencias e inefectividad, convirtiéndose al final del camino en una caricatura deforme de sus intenciones originales y de la letra de los decretos. 

Es por eso que no basta que la gestión pública sea honesta. Necesita también ser sagaz, observadora y ágil en el esfuerzo perseverante de acompañar al hilo que sale de la madeja hasta que enhebre la aguja, y hasta que la aguja transforme finalmente la tela en un manto multicolor.

jueves, 5 de enero de 2012

¿Cómo Ayudar a tu Hijo si Repite de Año?

RPP, 9/12/2011: El educador León Trahtemberg también explica las consecuencias negativas de la repitencia de un alumno.

Que un niño repita de año no asegura el éxito escolar. El buen desempeño del alumno repitente dependerá de la ayuda y apoyo de la familia y de la escuela. Dejarlo solo a su suerte, es casi como condenarlo al fracaso. Así lo señaló el educador León Trahtemberg.

Según el censo del 2010, el 6% de la población estudiantil es repitente. La mayor parte de alumnos que han repetido de año se concentran en primaria, llegando a 232,737 niños, mientras que en secundaria alcanzan la cifra de 144,393 adolescentes.

Para el educador, la repitencia “golpea la autoestima del niño, siente vergüenza personal y familiar, fractura su vínculo social con los compañeros de promoción, exige adaptación social a un nuevo grupo que lo percibe como "repitente", que muchas veces es sinónimo de bruto”.

“Y lo peor es que nada garantiza que con esta repetición el niño resolverá los problemas que ocasionaron dicha repitencia, de modo que puede volver a repetir o mantenerse como un marginal de los estudios”, manifestó Trahtemberg. Por eso, señaló la importancia de que el niño tenga el apoyo de la familia y escuela.

Por su parte, la psicóloga Milagros Feijoo explicó cómo y qué información se debe dar a los niños repitentes. Recomendó que los padres sean los primeros en dar la noticia, para que luego la profesora converse con el niño. Y que en vez de culpar al niño o llamarlo flojo, los padres deben darle un enfoque positivo a la repitencia.

“Hay que hacerle saber al chico que lo va a poder hacer mejor, que le será más fácil con la experiencia previa, darle un refuerzo positivo alentándolo a que tenga buenas notas y a esforzarse más para que lo logre”, señaló Feijoo.

“Hay que hacerle saber al chico que lo va a poder hacer mejor, que le será más fácil con la experiencia previa, darle un refuerzo positivo alentándolo a que tenga buenas notas y a esforzarse más para que lo logre”, señaló Feijoo.

Es importante que los padres expresen al niño su preocupación y deseo que se nivele académicamente y con los chicos de su edad si fuera de los menores de su año. Y explicó que la mayor parte de las repitencias se dan por motivos académicos, en especial en materias como matemáticas y comunicación integral.

Portal Radio Capital

PD de León Trahtemberg: la investigación científica internacional en países como Estados Unidos en los que está permitida la repitencia (a diferencia de muchos de los europeos e Israel en los que por ley o por convención "de facto" casi no hay repeticiones) evidencia que la probabilidad de perjudicar a un niño por hacerlo repetir de año es largamente superior al eventual beneficio de dicha repetición. Después de todo, si los profesionales de la educación no logran que un alumno aprenda lo que la escuela de asistencia obligatoria le exige ¿es culpa del alumno? ¿es solo él quien debe cargar con el peso de ese fracaso?

Por otro lado ¿la repitencia resuelve el problema de quién?

La repitencia debería estar reservada para casos muy excepcionales de alumnos con alto potencial pero con mucha inmadurez, que necesitan un poco más de tiempo para desempeñarse en la plenitud de sus capacidades. En otras palabras, aquellos para los cuales la repitencia sí puede significar una oportunidad para despegar (que son solamente una pequeña minoría).

León Trahtemberg
Enlace


La Mala Ortografía

Acabo de leer una noticia de El Comercio donde el periodista escribe Persecusión con S (así como lo pongo, Persecusión, no Persecución como debería ser). Digan lo que digan muchas personas, a mi me horrorizan las faltas de ortografía, y mucho más cuando las veo en una noticia o un texto que se supone es "serio". Trato de combatirlas en mis alumnos porque me choca tremendamente que un profesional no sepa usar las reglas de su idioma cuando escribe. Insisto con esto con Paulo, pues habiendo terminado ya el 3er grado a veces escribe como se le ocurre, intercambiando la C por la S, comiéndose las H, o usando Y y LL indistintamente.

Definitivamente, usar correctamente las reglas cuando se escribe es una habilidad que tiene que aprenderse y creo que, sin exagerar ni presionar a los niños (porque por supuesto que debe darse más importancia al fondo del texto que a la forma cuando un niño aprende a escribir, y que la creatividad al producir un texto es importante y que, como bien dice Emilia Ferreiro, no es un pecado capital cometer un error de ortografía), harían bien los profesores en ponerle un poco más de atención al tema. Desde mi punto de vista, muchos son demasiado descuidados con esto.

Obviamente, hay que diferenciar los casos. Una cosa es escribir con mala ortografía porque no se conocen las reglas y otra hacerlo a propósito con alguna finalidad, como participar de foros en los que de alguna manera se ha legitimado el uso de abreviaturas, neologismos y otras licencias en el uso de la lengua. Son dos cosas distintas, lo primero sí me preocupa pero lo segundo tiene más que ver con participar en una comunidad de práctica y, mientras se diferencien los espacios, no tendría por qué considerarse un problema.

Hago toda esta introducción solamente para dejar este enlace a un artículo del El País (envio gentil de Nicanor Dominguez) que me parece interesante. Se lee aquí abajo:

Internet saca lo mejor del idioma - El País 1 de Enero de 2012

Del Blog de Susana Frisancho
Desarrollo Humano, Constructivismo y Educación

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