viernes, 31 de diciembre de 2010

De PISA a Suecia Hay Mucho Trecho

Aprendí a leer a los 5 años… es la cosa más importante que me ha pasado en la vida, ha dicho Mario Vargas Llosa al recibir el Nobel de Literatura. Es curioso, ¿Por qué le habrá causado tanto impacto un aprendizaje que hoy representa una tortura china, asociada además al fracaso, para más de un millón de niños peruanos que cursan el primer y segundo grado de primaria?
Nuestro escritor aporta razones contundentes. La lectura convertía el sueño en vida y la vida en sueño, ha dicho aludiendo a su niñez, y «me he pasado la vida prolongando en el tiempo las historias que llenaron mi infancia de exaltación y de aventuras». Pero hay un argumento adicional: la lectura vino con la escritura y escribir se convirtió de inmediato en un nuevo furor. He podido dedicar buena parte de mi tiempo a esta pasión, vicio y maravilla que es escribir – ha dicho Vargas Llosa- a crear una vida paralela donde refugiarnos contra la adversidad, que vuelve natural lo extraordinario y extraordinario lo natural, disipa el caos, embellece lo feo, eterniza el instante y torna la muerte un espectáculo pasajero. ¿Qué hay que hacer para que en nuestras escuelas, el acceso de los niños al mundo escrito se convierta en algo tan maravilloso?
Acaban de hacerse públicos los resultados de la última prueba internacional de rendimiento escolar denominada PISA, aplicada el 2009 en las áreas de comprensión lectora, matemática y ciencias. Lo que revela es que en el Perú, que tiene 2 millones y medio de adolescentes en educación secundaria, 1 millón 600 mil de ellos (el 65%) no están en capacidad de ubicar en un texto escrito una o más de sus partes, a menos que sean sumamente evidentes. Tampoco pueden reconocer la idea principal, ni comprender las relaciones de significado entre sus partes, menos aún construir significados a partir de una parte del texto, aún si las deducciones que tendría que hacer no son difíciles. Tampoco pueden hacer comparaciones alrededor de una sola característica del texto, ni relacionar lo que leen con algún conocimiento o experiencia personal.
En la prueba PISA que rendimos el 2001, la proporción de adolescentes peruanos que no lograron esta competencia lectora, la número 2 en una escala de 6, fue de 1 millón 700 mil. Juzguen la magnitud del progreso después de casi una década y cuantiosos recursos públicos invertidos. Sumen también este dato: somos antepenúltimos en la tabla general de 65 países y últimos en la tabla de los 8 países latinoamericanos que rendimos la prueba.
Los autores de la prueba PISA entienden la alfabetización lectora como la comprensión, el uso, la reflexión y el compromiso de los estudiantes con los textos escritos, a fin de que puedan alcanzar sus propios objetivos, desarrollar su propio conocimiento y potencial, y participar en su sociedad. ¿Es esa la orientación que prevalece en nuestras escuelas cuando acercan a los niños de todas las lenguas y culturas que hay en el Perú, al mundo de la lectura y la escritura?
Mario Vargas Llosa dijo también en la Academia Sueca que al igual que escribir, leer es protestar contra las insuficiencias de la vida: quien busca en la ficción lo que no tiene dice, sin necesidad de decirlo, ni siquiera saberlo, que la vida tal como es no nos basta para colmar nuestra sed de absoluto y que debería ser mejor. Dijo también que la vida de la fantasía es más rica que la de la rutina cotidiana y que hacer conciencia de eso vuelve a los ciudadanos más difíciles de manipular. Si esta fuese la convicción con la que se enseñara y se aprendiera a leer y escribir, ¿Llegarían nuestros niños a la adolescencia sin saber relacionar lo que leen con lo que viven?

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