Siempre nos sorprendemos de los diferentes que son los caracteres de nuestros hijos. “Si los educamos igual”, pensamos. Pero el carácter de cada persona viene dado por muchas singularidades: las genéticas, las determinadas por los avatares de la vida y las características que, según algunas investigaciones científicas, se desprenden del orden que los hermanos ocupan en la familia. Es la denominada “Birth order theory”, teoría del orden de nacimiento.
Aunque fue formulada a finales del siglo XIX por Francis Galton, primo de Darwin, dicha teoría recibió un fuerte apoyo en 2.007 gracias a un estudio de la Universidad de Oslo. Durante este trabajo se analizaron los niveles de inteligencia de cerca de 250.000 reclutas de 18 y 19 años. Los resultados, publicados en la revista Science, no dejaban lugar a dudas: el primogénito tiene un cociente intelectual (CI) 2,3 puntos por encima del segundo y éste aventaja en 1,1 puntos al tercero. Lo más concluyente es que tienen más CI los segundos que se convierten en primeros por la muerte del primogénito, lo cual indica que este incremento del CI se produce por su papel social, como lo llaman los investigadores, y no debido a la edad de la madre o al hecho de proceder de un segundo embarazo.
Caracteres Según la Posición
Pero la influencia de la posición entre los hermanos no se queda en el cociente intelectual. Según los psicólogos, el ser primogénito, hijo mediano o pequeño (el hijo único mezcla rasgos de los extremos) moldeará el carácter. Así, es muy corriente observar que el primero es el más conservador, el que guarda respeto a las expectativas y los valores paternos y el perfeccionista. El mediano tarda en decidir qué quiere hacer con su vida (a diferencia del mayor) y desarrolla más relaciones con iguales que jerárquicas. El benjamín, por su parte, es el mimado; divertido, encantador y arriesgado, puede ser también más débil que los otros. Es tan fuerte esta influencia que los primogénitos se parecen en el carácter más entre sí que con sus respectivos hermanos.
“El orden de nacimiento no es determinante en ningún caso, pero sí tiene importancia”, señala Victoria del Barrio, profesora de Psicología de la Personalidad de la UNED. El hecho de ser primogénito o benjamín no determina necesariamente una característica, sino que incrementa la probabilidad de tenerla. A medida que nacen más vástagos, se debilita la educación parental, que es jerárquica, a favor de una dinámica horizontal, entre iguales, los hermanos. Del Barrio recuerda que si hubiera que sacar una conclusión al respecto, sería:
“Es imposible, y sería una entelequia, educar a todos de la misma manera. Cada niño es un hardware distinto. La educación tiene que ser un traje a medida”.
Cada Hermano, su Papel
Para María José Díaz-Aguado, catedrática de Psicología de la Educación de la Complutense, las singularidades se deben también
“al reparto de papeles: todos los hijos podrían ser estudiosos, o simpáticos, pero no, hay tendencia a repartir roles de forma excluyente. El hecho de que un hermano destaque en algo, por ejemplo en los estudios, lleva a los restantes a excluir esa característica. Es como si cada hermano tuviera que encontrar un sitio”.
¿No os suena de algo? ¿No acostumbramos a clasificar a nuestros hijos, asignándoles un papel dentro de la familia? El deportista, el estudioso, el pintor. Y si mi hermano es el que pinta bien, no yo podré hacerlo mejor.
Con respecto a la inteligencia privilegiada del primer hijo, la explicación parece clara: es su cercanía a los padres y adultos, tanto como su papel de tutor o guía de los siguientes hermanos. La catedrática Díaz-Aguado afirma:
“Lo que cognitivamente le supone una mayor oportunidad de desarrollo. El CI del primogénito o el hijo único (un poco más elevado el del primero), el mayor desarrollo de su lenguaje, se explican por la mayor atención recibida. Pero además sus expectativas son muy elevadas, así que les va a costar asumir fracasos”.
De todos estos datos debemos deducir que nada está en realidad escrito en el destino de cada uno; no olvidemos que se trata de influencias, no de predestinación. De lo que no cabe duda es de que nuestro papel como padres sí que es importante a la hora de decidir el presente y el futuro de nuestros hijos.
Fuente: Peques y más
1 comentario:
Una entrada muy interesante, que yo, como hija única, he leído atentamente.
He pasado a desearle un feliz año nuevo con mis mejores deseos.
¡Feliz 2010 bloguero!
Un abrazo.
Conchita.
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