Para que un niño se desarrolle y pueda integrarse a la escolaridad sin dificultades, es importante que coexistan en forma armónica tres elementos esenciales, que son el crecimiento, la maduración y el aprendizaje.
El crecimiento consiste en el aumento de tamaño que es medido en peso y talla. La maduración es entendida como la capacidad biológica y psicológica para adquirir nuevas conductas, y en cierta forma está determinada por lo filogenético; como cuándo el bebé comienza a caminar, hablar, correr. Es necesario contar con un adecuado funcionamiento del sistema nervioso más una estimulación por parte del medio ambiente, para que las conductas madurativas aparezcan.
Y el aprendizaje que surge del incesante intercambio e interacción con la cultura, consiste en la adquisición de nuevas formas de adaptación del sujeto al medio ambiente sea este físico o social. Además de adaptarse al medio puede influir en el mismo produciendo cambios y transformaciones en el mismo.
En general, en psicopedagogía, hablamos de un aprendizaje en sentido amplio, que es el que realizamos en todos los momentos de nuestra vida y es sinónimo de experiencia y un aprendizaje en sentido restringido o estricto que es el aprendizaje en el ámbito escolar.
Un pedagogo argentino, Jorge Visca, con quien realicé mis estudios de psicopedagogía clínica, en su libro “El esquema evolutivo del aprendizaje”, clasifica a los aprendizajes en cuatro niveles.
Un primer nivel, llamado protoaprendizaje, lo constituyen todos los aprendizajes que adquiere el bebé en interacción con la mamá. De esta forma es la madre quién incluye al recién nacido en la cultura y lo humaniza impartiéndole esquemas cognitivos y afectivos.
Un segundo nivel, llamado deuteroaprendizaje, está formado por todo lo que el niño pequeño aprende dentro del núcleo familiar, fundamentalmente además de asegurar la supervivencia física, de padres y hermanos aprende acerca de objetos naturales, animados o no, y se inserta en la cultura a partir del juego. Cuándo un niño pequeño debe concurrir a jardines maternales, debido a la necesidad de ambos progenitores de trabajar, todo lo que el infante aprende en esta institución puede ser considerado parte del deuteroaprendizaje.
Un tercer nivel, llamado aprendizaje asistemático o incidental, es todo aprendizaje que sin ser intencional se logra fuera de la familia y fuera de la escuela. Es lo que se aprende en la comunidad restringida o sea, lo que aprende en el barrio, la plaza, los negocios. Los logros en este nivel de aprendizaje dependen del contexto cultural donde viva el niño. No es lo mismo lo que se puede aprender en un medio estimulante o en otro que no lo es, en un medio rural o urbano.
Un cuarto y último nivel, es el llamado aprendizaje sistemático, es el que se produce por la interacción del sujeto con los estímulos intencionales y graduados de estrategias, fines y sistemas de evaluación que las instituciones escolares le ofrecen. Estos aprendizajes comienzan desde que el niño concurre a preescolar, pasando por su nivel primario, secundario y universitario. Por supuesto todos estos tipos de aprendizaje van interactuando en la vida del sujeto y se influyen mutuamente.
En la escuela para que se produzcan los aprendizajes el alumno tiene que realizar un trabajo interpsicológico y otro intrapsicológico.
Los interpsicológicos son los que se lograr interactuando con otros y los intrapsicológicos son los que cada sujeto realiza al interior de su vida psicológica.
No cabe duda que para que un niño tenga éxito en la escuela, tiene que tener un mundo simbólico con un adecuado desarrollo del pensamiento, y del mundo emocional y social.
Además de las funciones psicológicas específicamente humanas, lo corporal tiene que estar bien desarrollado, ya sea lo sensorial como la vista y el oído y lo motriz.
O sea, todo aprendizaje escolar, como por ejemplo, la lectura, requiere en primer lugar de una apropiación de la realidad que en este caso son las letras que unidas forman palabras y cobran sentido para comunicar o expresar algo. Necesitamos cierta competencia cognitiva, unida al deseo de aprender, funciones como memoria, atención, comprensión, etc. Además de las percepciones visual y auditiva que deben estar funcionando adecuadamente. Y para pronunciar las palabras, el sujeto tiene que poder articular el lenguaje, para lo cuál es necesario un desarrollo psicomotriz del mismo.
En la tarea docente, es común encontrar alumnos con algunas patologías o síntomas específicos del aprendizaje escolar que son las tan nombradas “Dis”. Etimológicamente dis significa dificultad, problema.
Algunas de las dificultades más comunes son: dislexia que significa dificultades en la lectura, disgrafía que significa dificultad en la escritura, disortografía que significa dificultades en las reglas del buen escribir, disintáxis que significa dificultades en el análisis gramatical de las oraciones, dispraxia que significa dificultades para
Cabe aclarar que si un sujeto tiene problemas para leer y comprender lo que lee, también bajará su rendimiento en historia, geografía y otras áreas del aprendizaje.
Existe otro tipo de trastorno del aprendizaje tanto escolar como cotidiano, que es el llamado trastorno por déficit de atención y comportamiento, cuyo síntoma primordial es la dificultad en concentrarse y prestar atención por períodos más o menos prolongados. Este trastorno puede transcurrir con hiperactividad, hipoactividad, comportamiento disocial o negativista y desafiante.
Hay sujetos que presentan una lentificación de los aprendizajes, esta patología la observamos cuándo los niños aprenden a un ritmo excesivamente lento, con escaso progreso, produciéndose a veces una meseta temporaria en sus adquisiciones. Son alumnos que necesitan más tiempo que otros, produciéndose así un desfasaje entre el tiempo psicológico y educativo del alumno y el tiempo que estipula el sistema educativo. En general, los docentes lo llaman “niños inmaduros”, “que no terminan las tareas”, “que no comprenden las consignas”.
No es tan común, en la mayoría de las escuelas, (salvo las de recuperación y las especiales), encontrar a niños con detenimiento global del aprendizaje. Este cuadro se caracteriza por una especie de “estancamiento” parejo de todos los aspectos, sea lectura, escritura, aritmética, con una desviación de cinco o más años entre el nivel pedagógico que debería cursar según su edad cronológica y el nivel pedagógico realmente alcanzado.
Podemos concluir, que estos son algunos de los trastornos de aprendizaje que un docente más frecuentemente puede encontrar en sus aulas. Por supuesto que dentro de esta clasificación no se han tenidos en cuenta a los sujetos con un nivel intelectual por debajo de lo esperado para su edad, ni trastornos más graves en el orden de lo psicológico, ni patologías sensoriales o motora que requieren de una atención especial y personal especializado para integrarlo a la escolaridad común.
Por: Lic. Edith Beatriz Burgos
del Blog Psicología y Pedagogía
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